El Puma: otro animal emblemático para el Chaco, sobreviviente por naturaleza 

Recientemente, el 30 de agosto se celebró el Día Mundial del Puma, que tuvo su origen en un incendio que se registró en 2009 en la reserva cordobesa de Flora y Fauna “Pumakawa”, donde se alojaban nueve ejemplares. Cuando las llamas la alcanzaron, el responsable del área protegida, decidió liberarlos. Al abrir las jaulas los felinos salieron pacíficamente sin atacar a los bomberos voluntarios que intentaban contener el fuego.

El puma es un gran felino resiliente por naturaleza. Su evolución data de hace 6 millones de años. Es así como este gran depredador logró colonizar desde los altos Andes, hasta las selvas tropicales, pasando por los grandes pastizales de la llanura pampeana, los bosques áridos del gran chaco y la extensa estepa patagónica.

Pero más allá de la anécdota, la realidad es que la introducción del ganado y el avance de la frontera agrícola determinaron su retracción, desapareciendo de extensas zonas de nuestro país durante el siglo pasado. Aun así las dificultades el puma se las ha ingeniado para sobrevivir en la adversidad, depredando grandes herbívoros y favoreciendo el desarrollo de la vegetación.

Su rol ecológico como depredador es determinante para la reducción de la población de animales enfermos, mermando las posibilidades de contagio, conteniendo enfermedades y proveyendo alimento en forma de carroña a otras especies también amenazadas como el cóndor andino, por ejemplo. Es así que en las últimas décadas el puma se ha ido recuperando y ya no está considerado un animal en peligro de extinción.

Su principal depredador es el hombre que lo caza para resguardar al ganado y los animales de granja de sus ataques. Sin embargo, no es necesario llegar a este extremo. Basta con utilizar métodos racionales para evitar el daño y reducir el conflicto. Un ejemplo es el uso de perros pastores, que socializan con el ganado y lo protegen de este tipo de amenazas. Básicamente los perros actúan como factor disuasivo, que bien empleado mantiene al puma alejado.

El hombre depreda al puma no solo con una escopeta: también provoca la deforestación a gran escala, la destrucción de su hábitat natural, la cacería furtiva, la desaparición de sus presas nativas y los incendios forestales. Sumatoria de factores que empujan cada vez más a los grandes felinos hacia las poblaciones rurales, enfrentando a los campesinos, con esta dura realidad.

El predador tope regula las poblaciones de presas, que a su vez regulan la vegetación. Cuando se extermina al puma, toda esta cadena se altera con su ausencia. Igual que sucedió con la desaparición del oso hormiguero en el Iberá que ha provocado grandes desequilibrios en el ecosistema, incluso en los ambientes rurales; aunque a diferencia del puma nunca ha ocasionado pérdidas para el ser humano o predación de sus animales de granja.

La extinción de esta inocente criatura ha determinado el crecimiento exponencial de las poblaciones de hormigas y termitas, que al no tener al depredador natural se multiplicaron devorando los pastizales y restando posibilidades de alimentación a los herbívoros, que forzosamente tuvieron que emigrar. Por esta razón la reintroducción de los animales extinguidos o al borde de la desaparición, viene a poner las cosas en su lugar.

Otro tanto sucede con la destrucción de los bosques. La ausencia de la cobertura vegetal por el desmonte ocasiona grandes desequilibrios, acentuados por el cambio climático que genera situaciones extremas. En el 2019, llovió dos veces y media más de la cuenta en el Chaco anegando todo a su paso. En el 2020 se registra una de las peores sequías de los últimos años. Hace 10 meses que en el impenetrable no llueve. Y este déficit hídrico afecta a todos por igual. Humanos, animales de granja, plantaciones y animales silvestres.

Lo bueno de la sustentabilidad es que toda acción humana movilizada por este principio se caracteriza por ser amigable con el ambiente y contener creativamente el interés de todas las partes. De eso se trata: de garantizar nuestras necesidades de agua, alimentos y refugio sin resignar las actividades de ocio y entretenimiento que hacen nuestra vida más placentera, porque de esa manera no causamos daños a nuestro medio ambiente, ni agotamos los recursos que no podemos renovar, buscando asegurar que nuestras generaciones futuras tengan una vida con mejores oportunidades que nosotros.

La observación de fauna en su hábitat natural se ha convertido en todo el mundo, en el nuevo paradigma del turismo de naturaleza. Pasa en la Patagonia chilena y argentina con el puma, de igual modo que con el yaguareté en el Pantanal matogrosense, en el sur de Brasil. Otro tanto puede suceder con el puma en el Impenetrable, donde el registro en las cámaras trampa, delata su presencia abriendo un abanico de grandes oportunidades para los espectadores y para los prestadores. De igual modo que el interés que despierta Qaramta, el espíritu del monte chaqueño.

El Parque Nacional El Impenetrable y los Parques Provinciales Fuerte Esperanza y Loro Hablador ofrecen un escenario privilegiado para la observación de felinos y variada fauna, en general. Igual que su pariente el yaguareté, el puma ha dejado de ser considerado una plaga para la ganadería y objeto de caza, para convertirse en un atractivo para la observación turística de fauna. Por esta razón es fundamental concientizar a la población y poner freno a la cacería de todos los animales de la fauna silvestre, protegidos por la normativa vigente.

El Chaco tiene un gran potencial porque cuenta con grandes áreas protegidas y una naturaleza privilegiada, gente capaz y con la inteligencia necesaria como para poner en valor sus riquezas para el beneficio de las generaciones futuras. El turismo de naturaleza y la observación de fauna son poderosas herramientas que en otros lugares del mundo ya están dando muy buenos resultados, asociados a la conservación. El Chaco tiene todos los recursos necesarios para transformar el presente, en un futuro de grandes oportunidades y desarrollo como productor de naturaleza.

(*)Gentileza de Horacio Torres.