En la previa del inicio del festival, la calle San Martìn se encontraba colapsada desde horas de la tarde y el público decidió ingresar temprano a la plaza porque la grilla tenía de arranque el atractivo de Los Manseros.
Con imágenes del primer festival y la voz en off del cura Monguillot en aquellos tiempos, el párroco de Cosquín bendijo el evento con la participación de representantes de todos los credos.
Luego llegó un emotivo momento de recuerdo de la figura de Juan Carlos Saravia. El fundador de Los Chalchaleros, fallecido hace una semana, emocionó a la plaza con el registro de su testimonio referido al primer festival.
Luego del «Aquí Cosquín» y la arenga de Claudio Juárez, con una alegoría del primer festival (1961), el ballet oficial homenajeó a aquella primera edición. En la puesta en escena se incluyeron todos los símbolos de la historia de Cosquín: las primeras sillas, Cafrune y el cura Monguillot en una carrera de burros, el grito de Márbiz, con vestuario y peinados de la época. En pantalla, se emitieron imágenes de la plaza y de artistas en aquel tiempo.
En la apertura, Los Manseros Santiagueños demostraron su vigencia de su estilo tradicional. Además de mencionar a Juan Carlos Saravia, también recordaron a Vitillo Abalos (murió en 2019), otro grande del folklore.
El Indio Rojas concretó un impactante show, incluyendo bailarines y una banda integrada por parte de su familia, entre ellos Lautaro (hijo de Jorge) y su hermano Alfredo. Saludó y reinvindicó a los pueblos originarios del chaco salteño y luego invitó al escenario al cantor boliviano Dalmiro Cuellar. En proceso de recuperación de su estado de salud, se lo vio movedizo y muy conectado con el público.
El apellido Cafrune tiene peso propio en Cosquín. Yamila, la hija del gran cantor, se presentó con un armado musical compuesto por guitarras y guitarrón, con estilo cuyano. Preparó un repertorio de cuecas, chamarritas, chacareras y milongas.
Entre sus invitados estuvo Roberto «El coya» Chavero, hijo de Atahualpa. «Nos vamos a dar el abrazo que nuestros padres no pudieron darse en este escenario», dijo anunciando el encuentro.
Con el recitado del historiador Mariano Saravia, otro de los invitados, Yamila homenajeó a Manuel Belgrano. Recordó en el escenario que 2020 es el «Año del General», decretado por el Gobierno nacional debido a que este año se cumplen 250 años de su nacimiento y 200 años de su muerte. Yamila reforzó su compromiso con Cosquín participando en el desfile inaugural, como lo hacía su padre, montada en un potro que le prestó Daniel Barrionuevo (hermano de Raly).
Tucumán puso en escena su delegación oficial con una muestra que incluyó artistas importantes de la provincia, entre ellos Yuca Córdoba.
El cordobés criado en La Rioja Emiliano Zerbini también preparó un homenaje al festival. Para celebrar las 60 ediciones, invitó a 60 grandes maestros de la danza folklórica, entre ellos su madre Silvia, directora del Ballet Folklórico Nacional. En el tramo final de su presentación, invitó a la gente a cantar «Zamba por vos», la inolvidable obra de Alfredo Zitarrosa.
A las 2 de la madrugada, el Chaqueño Palavecino inició su extensa actuación de cierre, acompañado por bailarines. Con algunos inconvenientes en el sonido en el arranque, el cantor del chaco salteño compartió todos los clásicos de su carrera. Cedió un espacio a Alma Chaqueña, el dúo integrado por los hermanos Martín y Ana Palavecino, que forman parte de su familia.
La participación de Marina y Hugo Giménez fue otro momento emotivo de la noche. La histórica pareja de bailarines salteños recibió un reconocimiento a su trayectoria. Como lo hace habitualmente, el Chaqueño se entregó a su público y renovó su estrecho vínculo.
El inicio del festival dejó satisfecho a los organizadores y la buena temporada turística de la región aportó para que la primera imagen del evento sea la esperada por todos.
(*) Texto: Pedro Robledo – Foto: Eduardo Fisicaro