La pandemia del CoVid-19 y la necesaria cuarentena implementada para evitar su propagación descontrolada tuvo como objetivo limitar nuestros movimientos y aislarnos. Esta inacción, prolongada pero coyuntural al fin y al cabo, afecta nuestra salud física y mental. También degrada nuestra economía y erosiona nuestras libertades individuales.
Sin embargo, la inacción circunstancial como consecuencia de la pandemia no es tan preocupante como la inacción de fondo que condujo a la misma. Al igual que sucedió en el resto del mundo, nos quedamos también inmóviles y sin reacción ante la pérdida y degradación de ambientes naturales y vida silvestre que hemos provocado. Y la evidencia científica apunta a que son esas dos de las causas principales que contribuyeron a la aparición de esta pandemia, como ya sucedió en el pasado con el HIV, el SARS, el Ébola, la malaria o el dengue.
En Argentina los ambientes naturales no solo han sufrido una gran retracción, sino que además los remanentes se encuentran degradados. No existe un metro cuadrado de nuestro territorio que no haya perdido una gran especie de mamífero, ave o reptil. Los parques nacionales no son la excepción, aunque en nuestro imaginario sean sinónimos de sitios prístinos y bien conservados. Ninguno de ellos resguarda su elenco faunístico original.
Muchos de los animales de gran tamaño que faltan, y muy especialmente los grandes depredadores, cumplen roles ecológicos claves en los ecosistemas. Se los denomina “especies clave” por esta razón. En su ausencia, los ecosistemas naturales colapsan y dejan de brindar servicios clave para nuestra supervivencia en el planeta, como la provisión de agua y aire de calidad, la mitigación del cambio climático o la aparición de pandemias.
Una vez que la cuarentena finalice deberemos atender necesidades urgentes de los segmentos más vulnerables de la sociedad. Pero no podemos hacerlo únicamente a través del fomento de las mismas economías degradantes que condujeron a esta crisis. Debemos ensayar otras recetas y el Rewilding es una de ellas. En los lugares más marginales de Argentina para el desarrollo de economías tradicionales, es donde podemos avanzar con un nuevo tipo de economía restaurativa de los ambientes a través del Rewilding. Aquí es donde se encuentran las mejores oportunidades para crear parques y conservar los ambientes naturales remanentes, las mejores oportunidades para reintroducir las especies extinguidas que devuelvan el balance a los ecosistemas, y también las mayores necesidades de empleo debido a la acuciante pobreza que las economías tradicionales no pudieron resolver.
¿Es posible crear estas economías restaurativas? En la provincia de Corrientes, Iberá constituye un ejemplo que está siendo mirado por el mundo. Allí convergieron políticas nacionales y provinciales, involucramiento de personas locales y de organizaciones no gubernamentales como Rewilding Argentina. Allí se ha logrado crear el parque natural más grande de Argentina. Allí se están reintroduciendo 10 especies clave que habían sido exterminadas por el hombre, incluyendo a grandes depredadores como el yaguareté y la nutria gigante. Allí la Fundación Rewilding Argentina, los gobiernos municipales, provincial y nacional han hecho inversiones millonarias que alentaron la formación de empleo sostenible y digno. Pueblos como Colonia Pellegrini han cambiado en forma radical su economía hacia una que necesita de una naturaleza vibrante para prosperar. Otros pueblos como Concepción y San Miguel van en ese camino, con numerosos empleos creados gracias a la conservación y restauración de ambientes naturales.