La pandemia mundial de COVID-19 nos ubicó en el lugar menos pensado en el tiempo que lleva estampar una firma en un Decreto de Necesidad y Urgencia nacional. #QuedateEnCasa fue la consigna a rajatabla.
El turismo está estudiado, diseñado y estructurado para promover que la gente viaje, y difundir los destinos y productos turísticos. De golpe, debimos avanzar en el sentido opuesto: alinearnos para instar a no viajar; cancelar fiestas y festivales tradicionales; estacionar en pista los aviones y guardar los micros de larga distancia; cerrar fronteras, hoteles, Parques Nacionales, accesos a atractivos turísticos, bares y restaurantes, locales de souvenires, y todo cuanto tenga que ver con prestar servicio para el turista.
Pasamos de celebrar el récord de ocupación al fin de la temporada de verano, al éxito de “Turismo Cero” para Semana Santa.
Pero sucede que “Turismo Cero” es igual a “Facturación Cero”. Al margen de que la salud es lo primordial, como dejó en claro el presidente Alberto Fernández, detrás de la inactividad hay empresas y familias ante a la necesidad de supervivir y afrontar pagos. Acá se plantea el dilema y la necesidad sustancial de herramientas de auxilio económico en la emergencia, que alcance desde grandes empresas hasta vendedores de empanadas.
Hasta ahora las propuestas virtuales de plataformas digitales que se vienen sucediendo a lo largo del mes que llevamos en Argentina de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, surgen como una opción lúdica y recreativa. Pero el turismo, además de ser una actividad de esparcimiento, es una actividad productiva que necesita poner su estructura en marcha.
Antes que nada y para cuando las medidas gubernamentales vayan flexibilizando las actividades y desplazamientos, el sector turístico deberá estar preparado con protocolos de higiene y sanitarios que transmitan y garanticen tranquilidad para prestadores y huéspedes o viajeros.
Estamos frente a otros dos problemas condicionantes: no sabemos hasta cuándo durará esta situación tal cual hoy ni conocemos el alcance del mal en nuestro territorio.
La intuición indica que para “el día después”, la planificación del turista, en una primera instancia, estará orientada hacia los lugares cercanos y abiertos. En este hipotético escenario, en el ámbito específico profesional, le ponemos rótulos: turismo doméstico, rural, alternativo, activo o de aventura.
De tal modo, podría ser central ya estar trabajando de manera conjunta, consensuada y unificada entre públicos y privados, en protocolos de higiene y sanitarios; reestructuración de establecimientos cerrados; estrategias de comunicación que muestren, transmitan y garanticen seguridad abarcando los destinos y propuestas que cumplan esas características de la demanda. Todo ello orientado a los habitantes del propio municipio y territorio provincial en el paso inmediato hasta poder alcanzar nuevamente la tranquilidad de avanzar en desplazamientos más lejanos. Porque seguro, volveremos a viajar y disfrutar de todos los destinos.
(*) Patricia Veltri, periodista especializada en turismo; residente en Córdoba; responsable del medio Estación Trip.